Imagen de archivo del Consell de Formentera.

La gobernabilidad de la máxima institución insular está en juego. Pasadas las Navidades, no cabe aumentar más la tensión, sino que Sa Unió y Llorenç Córdoba deben estar a la altura del mandato que les dieron los ciudadanos. Ambos deben reconsiderar sus posturas y, dada la negativa del presidente a dimitir al sentirse legitimado por el voto del pasado mayo, deben alcanzar un acuerdo de gobernabilidad para desbloquear la legislatura y ejecutar la acción de gobierno prevista en su programa electoral y plasmada en el presupuesto insular. Es injusto que los ciudadanos sufran este espectáculo dantesco y se puedan ver amenazados los compromisos electorales por los cuales la derecha ganó por primera vez las elecciones en el Consell de Formentera.

Se equivocó Córdoba al tensar la cuerda con Prohens sin explicar las razones, pero en Sa Unió tampoco han sabido reaccionar con inteligencia política. Ambos están condenados a entenderse para que la legislatura camine y el ejecutivo funcione con fluidez en una administración ya de por sí lenta. Son muchos los retos que tiene por delante Formentera: deslindes, vivienda, justicia, transporte… Es imperativo que las partes implicadas en el gobierno vuelvan a tender puentes y recuperar la confianza perdida, dado que no hay otra alternativa posible. La izquierda se frota las manos al ver que, si continúan los fogonazos entre socios, no les costará mucho recuperar el gobierno en los próximos comicios, algo que debería hacer pensar a los nueve consellers que se presentaron juntos. El ego debe quedar atrás para dar paso a un nuevo formato de gobierno con un presidente no adscrito que ahora sí que será realmente independiente al no estar sometido si quiera a las directrices de la coalición con la que ganó las elecciones.