Créanme si les digo que hace semanas que quiero dejar de escribir sobre la crisis de gobernabilidad en Formentera, pero no hay manera. Los protagonistas del desastre institucional no paran de azotar las brasas para que el fuego no se apague.
La última ha sido el juego de las sillas en el salón de plenos, con Sa Unió llevando a la Junta de Portavoces una nueva configuración con la que dejar solo a Córdoba, que hábilmente ha sustituido a los vicepresidentes por el secretario y el interventor. Eso sí, en el juego de las sillas en cada turno uno se queda sin sitio, pero en este caso, nadie tiene la menor idea de soltar la poltrona. Otra fue el rifirrafe protagonizado por Alcaraz y Córdoba en el pleno. «Soy el vicepresidente tercero» «Y yo el presidente», faltaba aquello de «Usted no sabe con quién está hablando». Esta ridícula anécdota es una clara muestra de la enorme tensión que se sigue respirando entre dos gallos, uno de ellos no adscrito, eso sí.
Menos mal que hay cosas en Formentera que funcionan de maravilla, gracias a gente honesta, seria y comprometida. Es el caso de los representantes de la gastronomía de la isla en Madrid Fusión que han ofrecido una extraordinaria imagen de la cocina local ensalzando el producto de Formentera. Proyectos como el de Juan Vicente Boned en Cas Majoral son un ejemplo de economía circular y de unión del sector primario con el sector terciario, gracias al cultivo de productos de kilómetro cero para nutrir las cocinas de sus restaurantes.
Por otra parte, Marcos Ribas en Ca na Platera ha maridado la elaboración de aceite de oliva de máxima calidad con la oferta de experiencias gastronómicas en una finca de ensueño. Sus propuestas gastronómicas triunfaron en el paraíso de la restauración.
En fin, gente seria.