Leo que el alcalde de Vila ha publicado un tuit en el que nos aclara al resto de ciudadanos que la posidonia seca que está en las playas «no és brutor». No es una polémica nueva. Hace unos años me sorprendió cómo los responsables de mantener limpias las playas permitían que el único restaurante que estaba abierto en Talamanca durante los meses de invierno tuviese que sorportar una montaña de posidonia durante semanas a escasos dos metros de donde comían los clientes. Como «no és brutor», la posidonia se acumuló hasta alcanzar una altura de tres o cuatro metros, sin exagerar. Nadie pedía que se quitase la posidonia por completo, sobre todo en temporada baja y cuando nadie va a la playa a bañarse, pero parecía de sentido común que se retirase o esparciese una parte de aquella montaña y dejar apenas 10 o 20 centímetros como barrera de protección, tal y como defienden los ecologistas. Los clientes del restaurante al menos hubiesen podido ver el mar y se hubieran ahorrado aquel hedor tan desagradable que desprendía la posidonia delante del negocio. Por encima de ideologías partidistas y dogmas proteccionistas, defiendo las playas como espacios para disfrutar del mar, simplemente. Y les puedo asegurar que no es demasiado agradable tener que bañarse sorteando medio metro de posidonia seca. Para eso ya les puedo asegurar que muchos ya ni vamos a una playa, sobre todo a los que nos cuesta hacerlo en condiciones normales. Dos preguntas para el alcalde: en caso de que todos los metros de playas de la ciudad estuviesen con dos o tres centímetros de posidonia, ¿hay que dejarla todo el año para proteger el ecosistema «no és brutor»o se retira al inicio de la temporada? Cuando él va a la playa con su familia, si es que va, ¿prefiere una playa repleta de posidonia o elige un espacio solo con arena? Y yo que pensaba, iluso de mí, que con la que está cayendo todos estos debates acabarían...