En el mes de noviembre del 2019 preparé un proyecto para hacer un programa de televisión sobre el esfuerzo de unos pocos valientes que todavía quieren dedicarse a eso de labrar la tierra, criar animales y pescar para alimentar al resto de la población. Me pareció buena idea poner en valor la actividad que se hace en el campo ibicenco para apoyar a un sector primario que no siempre ha estado reconocido como se merece.

Presenté el proyecto al Consell Insular de Ibiza y les encantó porque uno de los ejes de la política del actual presidente, Vicent Marí, según me explicaron, era potenciar al máximo la agricultura y la pesca, y sobre todo incentivar a la gente joven para que se dedicase al campo. He creado muchos programas de televisión, tanto para televisiones locales como autonómicas o nacionales. El presupuesto que se presentó al Consell de Ibiza estaba muy por debajo del que cuesta cualquier producción de estas características y que emite, por ejemplo, IB3 y en el que no sale ni una sola persona de Ibiza o Formentera, aunque nosotros también lo pagamos. Pensé en quién podría presentar este programa.

Estuve barajando diferentes personas (nadie, absolutamente nadie del Consell ni de ningún otro sitio o partido me propuso ningún nombre) hasta que de repente me saltó un tuit de un chaval ibicenco que estaba en plenas matanzas en Sant Miquel. Mientras lo leía pensé: ‘Este chico sería un magnífico presentador para Terra Salada’. Joan Carles Rodríguez Tur nunca había presentado un programa de televisión y yo no había cruzado con él más de cuatro palabras en mi vida, pero si algo tengo es buen olfato para detectar si una persona se va a saber desenvolver bien ante las cámaras. Le llamé, le expliqué la idea y se entusiasmó con la propuesta. Le hicimos una prueba de cámara y la pasó con sobresaliente. Días después, cuando perfilaba con el Consell las secciones del programa, les comuniqué quién había pensado como presentador. Nada que decir. Las decisiones sobre los temas técnicos y de personal del programa eran mías y de mi equipo, que para eso somos los profesionales del medio.

El resultado fue, incluso, mejor del que nos esperábamos. Agricultores, ganaderos, pescadores, cazadores y todo aquel que ha participado en Terra Salada ha quedado encantado con el programa que, a nivel técnico, es impecable. Planos muy cuidados, una edición exquisita, con una factura de imagen y de sonido que nada tiene que envidiar a cualquier programa de una televisión autonómica o nacional.

A Joan Carles le contraté yo, no el presidente del Consell. Ni a él ni a nadie que trabaja conmigo le he pedido nunca su carnet de afiliación política. Por eso, cuando escuchaba ayer al expresidente del Consell, Vicent Torres diciendo en el pleno que el Consell paga un programa de televisión sobre «bledes i oliveres» [sic], en un alarde de desprecio inapropiado para un expresidente hacia todo aquel que se dedica muy dignamente al campo, no daba crédito. Pero cuando dijo que el dinero que cuesta Terra Salada va directamente a «regar» a un señor que «després se passa es dia allisant s’esquena al president insular» no podía creer lo que estaba escuchando. No sólo él, Viviana de Sans también dijo que le parecía muy feo que el presentador del programa se dedique a «loar» en las redes sociales y en los medios de comunicación la figura del señor Marí. No la he oído, señora De Sans quejarse ni una sola vez porque el director de IB3, Joan Carles Martorell, sea íntimo amigo de su colega de filas, el señor Alberto Jarabo.

Miren, el señor Rodríguez Tur ha sido un magnífico presentador que ha hecho su trabajo de manera disciplinada y entregada. Si es de derechas o de izquierdas me importa bien poco porque yo le contraté para que presentara un programa del sector primario. Sector que, en un momento muy difícil, pidió ayuda al Consell Insular para que se les promocionase y se animase a la gente a comprar productos de km 0. Si ahora los presentadores de televisión o cualquier otro profesional de cualquier medio tienen prohibido manifestar públicamente su posicionamiento ideológico hágamelo saber, porque hasta donde me llega el entendimiento se supone que estamos en un país libre, donde podemos ejercer nuestro derecho a la libertad de expresión.

Si al señor Torres le parece mal que un presentador de televisión tenga su propia ideología política igual debería pensar en retirarse de la vida pública o, al menos, dejar de representar a un partido de izquierdas, como es el Partido Socialista, que siempre ha defendido las libertades fundamentales de las personas, entre ellas el de ideología, religión y, por supuesto, la libertad de expresión. Pero, ¿qué se puede esperar de una persona que intentó vetar en su día a este chico, que también es tenor, por su ideología política? Por no hablar del lamentable episodio que me tocó vivir cuando el expresidente Vicent Torres vetó a una conocida violinista ibicenca en un video promocional porque no le gustaba la talla de su vestido.

La TEF no ha sido el medio de comunicación que más dinero ha recibido en concepto de publicidad y promoción durante la crisis del COVID por parte del Consell y eso el señor Torres lo sabe porque me consta que ha visto el reparto. Es una televisión local privada, ibicenca, que defiende los valores, la cultura, la lengua y a la gente de aquí. Pero parece que a algunos les incomoda que la TEF siga, a pesar de todo y después de 25 años, en pie dando voz, y esto nadie me lo podrá discutir, tanto a la izquierda, como a la derecha, a bajos y a altos, a rubios y morenos a gordos y a flacos. Al menos hasta que esta que escribe siga siendo directora.