Un conocido acaba de cerrar una tienda de ropa en la Marina de Vila. Llevaba 30 años abierta y durante muchos años fue un negocio floreciente, ganó dinero, pero los comercios vecinos cerraron poco a poco y mantener la tienda abierta era un auténtica aventura en una calle casi desértica, sin vida.

Durante los años que viví en Ibiza escuché muchas veces protestar a los comerciantes de la Marina por los problemas, sobre todo de circulación, que sufrían en el barrio. Resultaba sorprendente que una zona de estas características, al lado del puerto, con personalidad, y con un auténtico sello ibicenco, pudiese morir lentamente sin que la administración municipal hiciese nada para evitarlo. Por el contrario, el alcalde ha mantenido la misma política de circulación de manera firme porque ya se sabe que hay que ser inflexible ante los reivindicaciones de empresarios.

Algunos siguen creyendo que los empresarios ganan cientos de miles de euros cada año sin esfuerzo y tienen las cuentas corrientes repletas de dinero. Ya se sabe que las políticas partidistas basadas en suposiciones de manual de Ciencias Políticas del siglo XX son poco útiles para los ciudadanos, pero uno imagina ingenuamente que los políticos, cuando pisan la calle y escuchan a la gente, son capaces de cambiar de opinión.

Por lo que veo, lamentablemente algunos ni siquiera aprenden con el tiempo ni estando en la calle, pero ahora que se ha sabido que al Ayuntamiento de Vila le han sobrado más de cinco millones de remanente de los presupuestos estaría bien utilizar parte del dinero en reactivar el barrio de la Marina, ayudar a los comercios para que no cierren, y con lo que sobre todavía tendrán dinero para ayudar a familias que no tienen apenas para comer, a pagar alquileres, y evitar que miles de ibicencos pasen una odisea este invierno.

Luego ya presumirán de política social, pero mientras tanto hagan algo y afronten los problemas reales de los ciudadanos.