Aglomeración en la playa del Cavall d’en Borràs, el pasado viernes.

Los datos que publicábamos ayer hablan de una Formentera con una ocupación cercana al 100% y unas perspectivas muy buenas para lo que queda de temporada alta. Con la que esta cayendo vemos cómo una vez más la más pequeña de las Baleares capea el temporal con donosura.

Cuando la crisis que empezó en 2007 afectó duramente a casi todos los destinos turísticos, Formentera salió reforzada, creciendo en visitantes en busca de lujo y exclusividad a los que la recesión no les pilló ni de refilón.

Los hoteleros explican que las reservas están por encima del año prepandémico y lo mejor, el precio de las habitaciones también.

Las ganas de disfrutar del sol, la playa y un entorno natural inigualable en un destino «seguro», de momento, han puesto a Formentera en los puestos de cabeza de las destinaciones turísticas. Pero cuidado, que no podemos perder de vista que el virus sigue entre nosotros.

El pasado viernes centenares de personas se aglomeraron frente al Beso Beach en la playa de Cavall d’en Borràs con la música a todo volumen en pleno parque natural y sin mascarillas ni distancia de seguridad. Ese mismo día se conocieron ocho nuevos casos en la pequeña isla. Por ahí puede venir el desastre. En una de esas manifestaciones de júbilo espontáneas, con tres o cuatro positivos entre los bailarines playeros, se organiza una tangana monumental. El brote se desmadra y no habría forma de hacer seguimiento de los contactos estrechos ni se podrían aplicar los protocolos establecidos. Estar en Formentera es lo más parecido a gozar del paraíso, pero no podemos olvidar que Eva mordió la manzana que ‘el bicho’ le ofreció con malas artes. No olvidemos que ‘el bicho’ está ahí las 24 horas acechándonos y esperando el más mínimo despiste para atraparnos.
Cuídese.