Un acantilado de Ibiza. | Archivo

Cada año tenemos que lamentar en Ibiza varios fallecidos, habitualmente jóvenes turistas extranjeros, por acciones imprudentes que ellos mismos protagonizan. Mayoritariamente se trata de precipitados por acantilados, pero también los hay que se lanzan al mar desde grandes alturas, cosa que resulta fatal porque a gran distancia el mar es tan dura como la tierra, por más que los incautos saltadores piensen que el mar se abrirá sin dificultad, como si se tiraran desde el borde de una piscina. No hablemos de la cantidad de rescates en altura que tienen que realizar los Bomberos del Consell d’Eivissa, a veces auxiliados por el helicóptero de la Guardia Civil o de Salvamento Marítimo.

Accidentes similares también acontecen en Mallorca, pero mal de muchos, consuelo de tontos; de modo que las distintas administraciones implicadas en la gestión de rescates y en salvamento, harían bien en coger el toro por los cuernos y mejorar la prevención, aunque resulte espinoso. Podrían editar folletos informativos que los hoteles, apartamentos turísticos, taxis, transporte público, oficinas de turismo, rent a car, etc. distribuirían entre los visitantes, advirtiendo del elevado riesgo de determinadas prácticas y también del peligro de ciertos lugares de la Isla, donde se concentran un gran número de estos luctuosos episodios. Aquí, además, deberían colocarse carteles de peligro en diferentes idiomas. Ya sabemos que no da muy buena imagen que se advierta a los turistas de que, si cometen según qué temeridades, pueden acabar volviendo a su casa en una caja de madera, pero mucho peor es que eso suceda, como muchas veces ocurre. Mejor será hacer algo que quedarse con los brazos cruzados.