Busca su tercer mandato al frente del Ayuntamiento de Santa Eulària. Lo hace partiendo de un escenario más que favorable -una mayoría holgada-, a lomos de su innato optimismo y convencido de que los ciudadanos avalarán su gestión y la de los suyos.

¿Dónde busca la motivación en un escenario que parece tan proclive a su reelección?

—Mi motivación y mi reto es movilizar al electorado del PP para que vaya a votar. Y por otra parte, el trabajo, comprobar que los impuestos que pagan los ciudadanos sirven para crear y mejorar servicios para el municipio.

¿Qué cambia una campaña electoral? ¿Para qué sirve?

—Las campañas son una tradición. Hay que hacerlas, aunque el ciudadano tiene claro que son cada vez más innecesarias. Pero mi campaña dura cuatro años, durante los cuales intento explicar lo que vamos haciendo; el contacto debe ser permanente.

Santa Eulària se pone como ejemplo de buena gestión y parece que las cosas aquí van mejor que en otros municipios de la isla. Pero los problemas que pueda haber se hacen tangibles en las parroquias (Jesús, Puig d’en Valls). ¿Tiene argumentos para desactivar esa idea?

—Son tópicos. Las mejoras no se hacen de repente. El urbanismo que se ha llevado a cabo en los últimos 40 años, por ejemplo, genera problemas. Pero llevamos años trabajando en ello: eliminando barreras arquitectónicas, creando infraestructuras, intentando mejorar el tráfico... Pero es cierto que acometer todo eso lleva tiempo y también lo es que algunas de esas obras no dependen del Ayuntamiento, como la travesía de Jesús, por ejemplo. En Puig d’en Valls ya tenemos proyecto para arreglar la entrada. Sin un trabajo previo no se puede llevar a cabo. No es inmediato. La administración es muy lenta. Muchas cosas se han hecho en tiempo récord como s’Alamera o Sant Carles.

¿Qué se puede hacer con dos de los problemas más acuciantes del municipio: la carretera de Santa Eulària y el agua?

—Tenemos las competencias que tenemos, pero tenemos capacidad de influencia. La carretera de Santa Eulària es la necesidad más urgente que tiene el municipio en cuanto a infraestructuras. Sufrimos unos atascos increíbles y eso se tiene que solucionar. La previsión es que empiecen este año. Para el verano que viene se verá un cambio muy importante en el primer tramo. En cuanto al agua, tenemos la desaladora hecha y se trata de ponerla en marcha. Hay un debate para saber quién paga el sobrecoste de los 19 millones de euros, lo fácil es recepcionarla y que lo paguen los usuarios, pero sería injusto para los ciudadanos. Queremos que tenga un precio razonable. Hemos llegado a un acuerdo entre el Ministerio, Aqualia y el Govern balear para que este verano, de forma extraordinaria, podamos disponer de la planta. Los ciudadanos no tendrán restricción de agua este verano.

¿Cuándo podrán tener los ciudadanos de Santa Eulària agua de calidad de manera definitiva y a un precio razonable?

—Así como funciona la administración podría tardar entre seis meses y un año. Sería un plazo razonable para desencallar esta situación. No depende de nosotros. Antes también hay que acabar las obras de interconexión, el agua tiene que llegar a otros puntos de la isla.

¿La cantera es una amenaza para los vecinos de Jesús? ¿Cuál es la opción del Ayuntamiento?

—No veo ninguna amenaza, porque la cantera existe desde hace más de 30 años y ha convivido en ese entorno. El problema está en la nueva actividad que se quieren implantar, que es la planta asfáltica. Tengo el compromiso por escrito de los propietarios de no ponerla en marcha. Han renunciado. Hay vecinos que creen que no es suficiente y quieren que cierre. Me puedo comprometer a que la nueva planta no se instale y a que la cantera funcione con toda la legalidad vigente. Es una batalla entre los vecinos y una empresa. Pero quiero recordar que la mayoría de vecinos han llegado después de la existencia de la cantera. Entiendo las quejas, pero hay que entender que la instalación ya estaba allí. Es cuestión de tiempo que la actividad acabe porque no quedan recursos. A partir de ahí, empezará la regeneración.

¿Qué va a pasar con la segunda fase del Palau de Congressos?

—Se tiene que hacer. Será bueno para Eivissa. Me sorprende la falta amplitud de miras de algunos partidos, tienen una visión miope de la economía de la isla. Yo creo ciegamente en este proyecto. Es lícito decir que no quieres una cosa; pero, ¿qué propones? Estoy convencido de que en esta cuestión voy en la línea correcta.

Miopía también la de los suyos, que no acaban de financiar esa segunda fase...

—Esta legislatura he sido comprensivo porque había otras necesidades, pero ya no lo seré. Si en Mallorca han sacado adelante su Palau, en Eivissa también lo tendremos sí o sí.

¿Tiene algún compromiso de Mallorca?

—Ya les he dicho a los míos que ya no hay excusa: tenemos que acabar el Palau de Congressos. El de Eivissa tiene que ser el siguiente. Es una inversión estratégica para nuestra economía y futuro. Han asumido el compromiso, pero también ahora hay que cumplirlo. Ya me encargaré de ello. Tenemos que ser reivindicativos. Tenemos que innovar y no quedarnos parados porque tenemos muchos competidores. Se han construido y reformado hoteles y los hoteleros apuestan por este mercado. Ahora la administración tiene que impulsar este tipo de infraestructuras que nos ayudan a desestacionalizar.