La bañera, uno de los métodos que se utiliza para facilitar la dilatación en el parto, se vetó durante el estado de alarma. | DANIELESPINOSA

El Servicio de Ginecología y Obstetricia del Área de Salud de Ibiza y Formentera junto a la dirección médica del Hospital Can Misses trabaja en un protocolo de flexibilización de las medidas preventivas impuestas en los partos durante el estado de alarma por la epidemia de COVID-19 para recuperar todos los mecanismos de «humanización» en el parto.

Durante este tiempo se prohibieron los partos en bañera o el uso del óxido nitroso. Además, existían directrices de Sanidad para no permitir el acompañamiento durante el parto si la mujer embarazada daba positivo en COVID-19. La prueba se hacía en la semana 39 de gestación a modo de cribado.

Unas medidas, sobre todo esta última, que suscitaron malestar entre las embarazadas y algunas matronas, que hicieron llegar «sugerencias» a la dirección hospitalaria para poder eliminar estas restricciones.

Malestar
Sheila dará a luz a su primer hijo, si se cumplen los plazos, el 22 de mayo. Es de Barcelona, por lo que aquí no tiene más familia que su marido. Hace poco acudió a la revisión de la semana 35 y le dieron las pautas a seguir en el parto. Le indicaron las restricciones existentes por el estado de alarma y algunas le cayeron como un jarro de agua fría.

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«No entiendo por qué no puede estar mi marido conmigo en cualquier caso, cuando lo más probable es que me haya contagiado a través de él. Las mamás en general somos muy precavidas y llevamos el confinamiento muy estrictamente, así que de haberse producido contagio es probable que haya sido a través del marido que va a trabajar», considera.

En cuanto a las restricciones del uso de la bañera o el óxido nitroso, indica que ni ella ni otras mujeres embarazadas entienden el porqué de prohibir su uso. Consideran que se trata de una limitación innecesaria de unos recursos que no se están usando y que facilitan el parto natural, de forma que se eviten complicaciones o que el parto acabe en cesárea, algo que implicaría una mayor estancia en el hospital. Además dice que las matronas han manifestado que no pondrían impedimentos a asistir partos en bañera si la mujer ha dado negativo.

Sheila asegura que entiende perfectamente la situación y que se tomen medidas, sin embargo dice que le «da mucha rabia» el «chantaje emocional» que reciben algunas madres cuando cuestionan ciertos procedimientos, una actitud con la que señala que no se quiere poner en peligro la salud de nadie, sino sencillamente que se respeten sus derechos, se tomen las medidas de un modo proporcionado y se informe de la posibilidad de negarse a determinados procedimientos como la inducción, que algunos ginecólogos programan sin más cuando se recibe el resultado de la prueba de COVID-19.

Vuelta a la normalidad
Desde el Área de Salud informan de que no se ha dado ningún caso positivo de COVID-19 entre las mujeres embarazadas y que, por tanto, todas han tenido la posibilidad de estar acompañadas durante el parto en las las Unidades de Trabajo de Parto y Recuperación (UTPR). En cualquier caso indican que, a pesar de este criterio general, ya se había establecido el estudio del caso particular para establecer esta restricción de acompañamiento en casos estrictamente necesario.

Confiesan que quizá se haya «pecado» de excesiva cautela a la hora de poner en marcha restricciones, pero justifican las medidas como precaución necesaria. El escenario era crítico en la isla, dado que se consideraban casi imposible la ampliación de recursos humanos si los profesionales se hubieran visto afectados. Unas precauciones que indican que han dado su fruto, dado el escaso número de contagios entre el personal sanitario de la isla.