Marta y Marc posan en el interior de lo que fue su hamburguesería. | Toni Planells

Marta Navas era la propietaria de la hamburguesería Fan Burger. Las restricciones han herido de muerte al negocio que Marta abrió junto con su pareja, Marc Domènech, en Sant Carles en 2018 y que este pasado año habían trasladado a Santa Eulària.

El negocio nació en Sant Carles, en un pequeño local pero con una ilusión enorme.

Contaron desde el principio con producto local y un escrúpulo especial a la hora de elaborar su producto. Su buen hacer les valió, ya el primer año, un premio en la Feria del Calamar en Sant Carles. Tras este premio llegó el premio a la mejor hamburguesa de Baleares, llegando a participar en el I Campeonato de España de la mejor hamburguesa del país. Y es que apostar por el producto local es apostar por la calidad y eso tiene premio. Y el premio es el éxito. Desde entonces, su modesto restaurante de take away en Sant Carles se les quedó pequeño y decidieron mudarse a un local más grande en Santa Eulària.

La mala suerte quiso que el momento de la mudanza llegara en el fatídico marzo del año pasado. «Pensamos que esto duraría tres o cuatro meses y aprovechamos para arreglar el local y prepararnos para la temporada de verano», apunta Marc, que se lesionó la espalda trabajando en la adecuación del local. «Entonces pedimos dos préstamos para venirnos aquí. ¡La gran cagada, vamos!», le interrumpe Marta sin disimular su frustración.

Abrieron puertas coincidiendo con la fase 3 de la desescalada a primeros del mes de junio, con todas las restricciones y limitaciones de aforo. Aún así funcionó: «Aún con todas las restricciones que había no fue nada mal», admite Marc, quien apunta que la medida de cerrar el interior del local fue lo que acabó de dar la puntilla a su negocio. Pero lucharon, se apuntaron a la iniciativa del Ayuntamiento ‘Musicovid’ a través de la cual contrataron a diferentes músicos locales que tocaban en el exterior del local, previo pago de las tasas correspondientes. También probaron con monólogos y tenían previsto hacer ‘poetry slam’.

Imaginación e iniciativa no les falta. Pero llegó enero con sus restricciones y su Fase 4. «Lo probamos todo: delivery, abríamos por la mañana a las nueve de la mañana, etc. pero no funcionó», cuenta Marta con resignación.

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A mediados de enero decidieron cerrar para siempre la verja. Ese día habían vendido un croissant y un café con leche en toda la jornada. Además, ese cliente hizo este gasto como cortesía tras haber pedido entrar al baño. «No hay gente en la calle, así es imposible vender nada. Estar 12 horas para vender un croissant y un café con leche en una hamburguesería es desesperante», se lamenta Marta. «Cuando entramos en fase 4 fue la muerte de la hamburguesería; tuvimos que despedir al cocinero», que era el último de los empleados que mantenían. Entonces, se quedó Marta sola al timón del barco. El resto de empleados (llegaron a ser hasta ocho personas trabajando) fueron cayendo mes a mes desde el pasado septiembre, que fue cuando todo empezó a empeorar.

Ayudas
En cuanto a las ayudas, Marta admite que en el momento en que salieron no las pidieron.

Estaban en pleno arranque de su negocio y no consideraron que las necesitaran. Hoy se encuentran desamparados y no disimulan su enfado a la hora de reprochar a todas las instituciones, empezando por los ayuntamientos para acabar en el Gobierno central.

Se encuentran ahogados por deudas con Hacienda y Seguridad Social que no pueden afrontar y que les impiden optar a otras ayudas y a las que, además, se les van sumando recargos. Las tasas municipales son otro factor que les aprieta la soga y que agradecerían que los ayuntamientos tuvieran en cuenta a la hora de ayudar a negocios como el suyo.

«O me das lo mío o te vas»
Por parte del alquiler del local tampoco han recibido ningún tipo de empatía. Les llamaron para explicarles la situación para ver si podían encontrar alguna solución mientras estaban cerrados, recibiendo negativas, además de malas maneras: «A mí o me das lo mío o te vas», asegura Marc que le espetó el dueño del local.

Además de las deudas con Hacienda, Seguridad Social, bancos, proveedores y antiguos empleados, esperan el momento en el que la pareja pueda poner al día sus deudas. La suma total roza los 60.000 euros. Ponen en valor la paciencia tanto de los empleados, que todavía esperan algunas nóminas, como sobre todo de los proveedores, que ven cómo a medida que restaurantes como Fan Burguer van cayendo, los suyos cada vez están más en peligro.