La calle Vara de Rey: del West al mar. | Toni Planells

La calle Vara de Rey transcurre en su más de medio kilómetro de longitud por distintos espacios muy distintos entre sí. Naciendo en la calle Progreso en su extremo este atraviesa la parte más turística del pueblo portmanyí para desembocar en su extremo oeste, no menos turístico, donde se ubica el mítico Café del Mar o el Mambo. Sin embargo, en su recorrido también podemos encontrar tramos más residenciales con supermercados, comercios locales y hasta dos colegios públicos; el CEIP Cervantes y el CEIP Vara de Rey.

Es precisamente en este tramo más residencial y menos turístico donde Charo, trabajadora en un domicilio de la zona, apunta que «hay mucho local cerrado». También se queja del poco civismo de algunos de los vecinos de la zona. «Pese a que están allí los contenedores, la gente deja la porquería fuera a cualquier hora, y la calle está bastante sucia». Indica que estando tan cerca el colegio y el supermercado, la vía debería estar más «limpia» e «higiénica».

Menos movimiento

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Antonio es vecino de Sant Antoni y considera que «hace años la calle era más popular porque había locales de hamburguesas y comercios y la zona tenía más movimiento». Lamenta que «últimamente no es una calle de lo más saludable, ya que no invita a pasear». Antonio achaca este cambio, para mal, a «la cercanía del West, que ha convertido esta vía en un parque temático. «Si vienes por las tardes difícilmente te encontrarás con gente del pueblo paseando por la zona. A última hora se convierte en una calle en blanco y negro». Ingrid no vive en esta calle, pero asegura que la recorre muy a menudo. Señala que «lo peor es que tiene muchos locales cerrados». También considera que «va por tramos porque hay algunas partes que están muy sucias y otras que no tanto».

Ingrid asegura que, según le cuentan amistades que residen en esta calle, «la noche es lo peor debido al griterío y a las peleas». Paula regenta uno de los comercios locales de la zona y considera que en la calle «hay mucho movimiento. No ha salido un coche que ya está aparcando otro». «No es una calle que esté vacía, además, hay muy buen ambiente entre los vecinos». Como parte negativa, la única queja de Paula va dirigida al poco civismo de ciertos dueños de perros que «ya podrían recoger las cacas de sus mascotas». En la parte más al oeste de la calle está la peluquería Ghala, donde trabaja Melina, «mi peluquera favorita», tal como exclama Laia.

Esta mujer no es vecina de la calle, pero sí la visita con frecuencia «para venir a la mejor peluquería y para dejar ropa en Cáritas, que está aquí al lado». Laia, además, pone en valor la cantidad de servicios que se pueden encontrar en ella: «Tenemos dos parkings enormes donde dejar el coche sin problema, hay dos parques infantiles donde llevar a los niños, una óptica, una buena pizzería, el mercado payés y, a última hora de la tarde, ofrece un regalo magnífico: la puesta de sol». El único «pero» que pone Laia respecto a la calle Vara de Rey gira en torno a las aceras. «Son demasiado estrechas, con postes en medio y no se puede pasar con el carrito de los niños, mucho menos con una silla de ruedas», lamenta.

Melina lleva 14 años en esta calle y sus quejas van dirigidas al cambio en el sentido de circulación, puesto tras esta medida la zona está mucho menos transitada que antes». «Esta parte del barrio es tranquila. Además, hay mucha gente local y me parece que es una calle bastante segura», añade Melina.