Armando no tiene duda: ha podido salvar su pie después de que el facultativo de una clínica privada en Mallorca le instara a viajar de manera urgente a la isla.

Este vecino de Ibiza de 63 años, aquejado de diabetes tipo 2, acudió el pasado 8 de agosto a las Urgencias de Can Misses. Allí tardaron hasta 11 horas en atenderlo.

Según relata a este medio, todo comenzó hace 20 días cuando acudió al dentista para llevar a cabo un tratamiento. Este profesional le recetó amoxicilina, un medicamento que le provocó una grave reacción.

Herida para la que no le dieron solución en Can Misses.

«Previamente me había salido una pequeña herida en el tobillo del tamaño de un grano de arroz, aunque no se cerraba desde hacía un año. Con el medicamento, sin saber los motivos, me comenzaron a salir ronchas en los dedos del pie y la herida se hizo gigantesca en cuestión de horas, por lo que decidí ir a Urgencias», recuerda.

Lo que más le indigna es pensar en aquellas 11 horas en el servicio de Can Misses, aunque conoce bien «las circunstancias que hay en Ibiza».

«Primero pasé por triaje y me aseguraron que en un rato me iban a atender. De repente, comenzaron a entrar otros que habían llegado después. Es inhumano y no es de juzgado tenerme 11 horas esperando», reitera.

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De hecho, durante el tiempo de espera y debido a los nervios, llegó a caminar hasta siete kilómetros en total, recorriendo arriba y abajo sin parar la sala de las Urgencias. «Lo tengo registrado en el móvil», insiste.

A las diez horas, y haciendo caso omiso a las indicaciones de los sanitarios y de los vigilantes de seguridad, llegó a entrar en las dependencias médicas donde son atendidos los casos urgentes. La suerte hizo que allí se encontrara con un conocido que le recomendó salir y esperar un poco más, asegurándole esta persona que iba a buscar al médico.

«Esperé un poco más. Me hicieron una placa y análisis de sangre y orina y, al final, salgo de allí a las 4 de la mañana sólo con una cita para que me vea la enfermera», critica.

Sin dudarlo, y viendo el estado de su pie, decidió contactar con una clínica privada de Mallorca, donde le recomendaron de inmediato viajar a la isla vecina. «Si no lo hago, ya no tendría pie. Me lo habrían cortado», lamenta.

Este paciente permanece ingresado desde el jueves y esta semana está previsto que se someta a una intervención para cauterizar una vena y limpiarle la herida.

En Ibiza, insiste, se sintió «indefenso totalmente» durante el episodio vivido en el hospital Can Misses. Por tanto, cuando escucha las promesas y compromisos de los gobernantes asegurando que van a solucionar todos los problemas de la sanidad pública, se echa las manos a la cabeza. «En cuanto pise suelo ibicenco, lo primero que voy a hacer es meter una querella. Es vergonzoso. Pagamos muchísimo de impuestos y, si te sale una herida en el pie, ¿no te pueden curar?», concluye lamentándose este vecino de Ibiza.