Enric Casanova, presidente de la Asociación Española contra el Cáncer en Ibiza.

Se convirtió en presidente de la Asociación Española contra el Cáncer en Ibiza el pasado mes de octubre después de que su antecesora en el cargo, Carmen Villena, dejara la presidencia por motivos personales. Muy ligado a diferentes causas solidarias, en el programa de la TEF, Bona Nit Entrevistes con Toni Ruiz, explica los motivos que le animaron a aceptar este nuevo reto.

—Es un cargo reciente porque hace poco más de un mes que ha asumido la presidencia.
—Sí hace poco que soy el presidente, aunque he estado en conversaciones durante cuatro o cinco meses con Carmen Villena que tenía que dejar el cargo. Al principio, le costó convencerme. Una vez tomé la decisión, necesitas un rodaje porque, además, esta asociación, no es que sea compleja, pero sí es muy grande y formamos parte de un engranaje inmenso que es la Asociación Española contra el Cáncer, con juntas por toda España, por todas las provincias y comunidades autónomas. Así, es como una gran máquina y si nosotros paramos, frenamos la máquina. Formamos parte de un engranaje.

—Es una entidad nacional con un peso muy importante y con cerca de 4.000 socios en Ibiza, lo que supone una gran masa social.
—Es una asociación que lleva muchos años. Hay que pensar que se fundó en España en 1953 y, desde entonces, llevamos casi 70 años trabajando. Es una entidad que, gota a gota, ha trabajado con mucha gente que se siente agradecida y que quiere colaborar. Una manera como otra de participar es realizar una aportación y es que en nuestra asociación ofrecemos la posibilidad de participar de muchas maneras: bien de manera muy activa a través de un voluntariado. También, haciéndose socio y colaborando económicamente, que también es muy necesario porque, de otra manera, no podríamos funcionar. Es muy importante.

—Sin duda, la financiación es imprescindible para impulsar todas las iniciativas que tienen en marcha, que son muchas y algunas desconocidas.
—Tenemos muchas líneas de actuación, que es lo importante y lo que la gente no conoce. Nosotros actuamos antes, durante y después del cáncer. Antes, porque tenemos muchas campañas de prevención del cáncer de pulmón, del cáncer de mama o de colon. Muchas campañas de concienciación en las que animamos a la gente a que se someta a cribados. El cáncer es una enfermedad que, cuanto antes se detecte, mejor. En ocasiones, es una enfermedad silenciosa y la gente no sabe que lo tiene y, a veces, después es demasiado tarde. Hay mil tipos de cáncer y todos tenemos un familiar directo, lo ha sufrido o lo está sufriendo. Por tanto, nuestro trabajo también consiste en un acompañamiento puesto que es un proceso doloroso, familiarmente muy duro y que afecta a todo: desde al carácter emocional de la persona, al estado físico, o incluso al carácter económico. Tenemos líneas diferenciadas, como una línea de bienestar para gente que acude a sesiones de radiología. Allí en Can Misses repartimos galletas, un café y hablamos con los pacientes. Es una especie de acompañamiento emocional. También ofrecemos fisioterapia e incluso acompañamos con material. Es algo que yo desconocía y que ahora he descubierto. Cualquier persona que necesite una peluca, un pañuelo o cualquier cosa como material ortoprotésico, puede venir y podemos ceder ese material. Tenemos mucho y creo que es un trabajo muy bueno puesto que hay gente que, de repente, necesita algo y no puede pagarlo porque es caro. También realizamos un acompañamiento de recuperación terapéutica con una psicooncóloga que hace talleres de bienestar emocional y contamos con talleres para la gestión de las emociones. Ahora tenemos una charla sobre cómo afrontar la Navidad en una familia donde ha habido una pérdida. Durante todo el proceso estamos aquí. Nuestra misión es mejorar la vida de la gente. Además, realizamos las captaciones económicas puesto que existe una pata que está detrás de todo y que es la investigación. Sin ella, no se podrían realizar cribados previos o incorporar nuevas técnicas o encontrar soluciones. La prueba está en que el grado de éxito frente a un cáncer ha cambiado. Antes, tenerlo era mortal de necesidad y ahora, hay muchos que se superan, también dependiendo de la persona. Todo es gracias a la investigación y, para ello, necesitamos recaudar porque estamos financiando muchos proyectos y, de hecho, hemos invertido unos 70 millones de euros, que no es nada en investigación. Nuestro trabajo es ayudar, prevenir, acompañar y también recaudar dinero.

—La investigación es lo que ha permitido que hoy en día el grado de curación sea espectacular, aunque es lenta. ¿Es porque no se tienen los recursos necesarios?
—Realmente no puede ser rápida y debe tener unas fases para ser segura. Cuando un tratamiento llega al mercado, ya debe estar comprobado y contrastado. Después, la otra respuesta es que la investigación es lenta porque no ha tenido demasiados recursos y, por ello, como asociación incidimos en seguir aumentando la investigación y apostar por ella. También está muy claro: cuantos más recursos hay, puedes contar con más gente para investigar y es más fácil encontrar y descubrir.

—Hablando ahora del Covid, se temió en pandemia que al dedicar tantos recursos a este virus, se descuidaran enfermedades como el cáncer.
—No hay una constancia clara de que esto sea así, aunque está claro que en aquel momento existió una necesidad perentoria y debió hacerse de aquella manera. Puede ser que algún tratamiento se ralentizara, aunque no ha habido un gran aumento de la incidencia. La Covid, dentro de lo malo que fue, creo que incidió positivamente en la sociedad en algunos aspectos. Se tomó conciencia de mantener unos hábitos saludables, buscando mejores dietas o el aumento del ejercicio, y todo unido mejoró el nivel de vida. La Covid fue un macrotaller de hábitos saludables. Además, creo que benefició en el sentido de tomar conciencia del valor de los sistemas sanitarios, aumentando la confianza en ellos. Mucha gente se vio desamparada porque su tratamiento se retrasó pero, en general, al cambiar de hábitos hacia mejor, se ha podido haber retrasdo ligeramente el grado de incidencia de nuevos cánceres.

—Ha hablado de la sanidad pública y uno de los problemas de los enfermos de cáncer en las Pitiusas es la falta de especialistas, un tema que además ha sido un caballo de batalla política.
—Desde la asociación puedo decir que, como se dice en mi pueblo, cuanto más azúcar, más dulce. Trabajamos para esto, aunque creo que hemos de poner la vista en otro punto. El problema que tenemos en Ibiza no es sólo en Oncología, es en la sanidad en general y en otros apartados y es algo causal. Hemos crecido mucho y los servicios necesitan crecer mucho, por lo que tenemos unos hándicaps o lo que se llama, unas deseconomías que provocan que la gente busque otros alicientes. Desde la asociación celebramos que ahora tengamos más profesionales disponibles, pero también quiero esperar a que pase un poco el tiempo y ver si esto se consolida. Si es así, será magnífico. Lo vemos como algo positivo. Hemos ido adelante en relación al cáncer, pero nuestro objetivo es que esto se consolide, que continúe, y que los servicios se adecúen a las necesidades reales de la población. Si ésta aumenta, deben aumentar los servicios.

—El problema de la falta de oncólogos es extrapolable a todo. En el caso de un enfermo y de su entorno, agrava la situación. ¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra sociedad?
—Creo que debe ser un trabajo conjunto. Primero, hay que reconocer la labor y la profesionalidad de quienes están allí; pensar que se hace todo lo que se puede porque se trabaja al 100%, por no decir al 110%, y tener además muy clara la diferencia entre los profesionales que vienen a ofrecer servicios de carácter continuo de quienes vienen a otro tipo de cosas. Evidentemente, uno de los grandes problemas es la vivienda y, como sociedad, podemos concienciarnos de determinada manera de que es más beneficioso socialmente facilitar una vivienda a un sanitario que a otro tipo de persona, aunque no estoy diciendo que todos no tengan derecho, pero el retorno no es sólo económico, sino también social. Todavía hay recorrido y pueden hacerse muchas cosas.

—¿Qué le ha motivado a aceptar un cargo que supone mucho trabajo?
—Quien me conoce sabe que no he empezado ahora en el tema del tercer sector y llevo una trayectoria larga. De hecho, fui uno de los miembros fundadores o promotores de la plataforma pro radioterapia de Ibiza, aunque hace ya años. Tenía un objetivo muy claro que se logró. Llevo además muchos años ligado a la Plataforma Sociosanitaria de Ibiza. Por tanto, el tema del voluntariado es algo muy importante y animo a todos a participar y a colaborar en el tercer sector porque es una cosa que personalmente gratifica mucho. Todos tenemos una vida personal, profesional, pero también tenemos un deber social y cada uno lo enfoca como puede o como quiere. En mi caso, enfocarlo desde el punto de vista de ayudar a la gente a vivir mejor, para mí es fundamental. Forma parte de mis principios para que todos vivan dignamente y cuanto más mejor. Hay muchas formas de hacerlo, unos lo hacen trabajando de un modo y yo de otro. Yo tengo mi profesión, pero después me queda la parte social. Me animó a dar el paso que precisamente es entrar en una gran maquinaria estatal, pudiendo incidir en cosas específicas de Ibiza, que tiene un problema muy determinado, una idiosincrasia muy particular y una serie de características. Entrar y poder hacer que Ibiza tenga voz propia y decir que aquí estamos, es algo que me gustaba. Al final, cada uno elige y yo he escogido esto.

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—Ha sido diputado en el Parlament durante ocho años y ha mantenido una vinculación directa con la política.
—Sí, estar en política también es trabajar para los demás. Son maneras de enfocar un mismo objetivo. El mío es trabajar para mí en mi profesión y después hay una parte lúdica que dedico a otras cosas, pero también una parte social que puedes enfocar a través de asociaciones o de partidos políticos, porque también puedes incidir en la vida de la gente a través de ellos. Durante muchos años he estado asociado a cosas de carácter sindical, que es otra manera de ayudar. Al final, visto de lejos, he trabajado siempre buscando el mismo camino, que es mejorar la vida de la gente desde un punto de vista u otro. Al final, pero, he trabajado para mí porque es una forma de sentirme bien conmigo mismo y con mi entorno. Necesito trabajar para los demás, algo que desde pequeño me ha inculcado mi familia. Cuando era muy pequeño, y esto es algo que no sabe nadie, yo vivía en la casa de una hermana de mi padre que era la presidenta de la junta de la asociación española en mi pueblo y cada año salía en la cuestación del cáncer, aquello del día de la banderita. Lo he vivido muchos años y ahora lo he recordado y forma parte de mi ideario. Algo debía haber, una señora llamada Pura me lo inculcó y aquí estoy.

—¿Visita a menudo su pueblo de origen, la Font d´en Carròs?
—El pasado fin de semana estuve allí. Tengo una casa porque quería que mi hija tuviera raíces allí. Es como una segunda casa a la que voy siempre que puedo. También están allí mis hermanos y, cuando uno se hace mayor, necesitas volver a tus orígenes.

—Llegó a Ibiza a finales de los años 80 para una sustitución temporal y de esto hace ya más de 35 años.
—Hace 36. Vine para una sustitución de tres meses. Llegué en enero y no había nada. Vine con cuatro cosas y ya no me he ido nunca más. La verdad es que me conquistó la luz, me impresionó mucho. También conocí, por una serie de cosas, la parte más etnográfica de Ibiza. Era invierno y no ibas a la playa, sino al campo y conocí esta parte más payesa. Ello me gustó muchísimo porque me hacía sentir como en casa. Además, dio la casualidad de que en aquel tiempo conocí a mi pareja.

—Y se vinculó al PSOE acabando como concejal en Sant Josep y después como diputado, siendo un valenciano más en el Parlament.
—Nuestro carácter es de hacer piña, crear red y vínculos e intentar cambiar las cosas. Aunque no lo parezca, estar en el Parlament supone tratar de aportar un pequeño grano de arena, lo que produce una gran satisfacción. Ahora que lo veo desde fuera, es una etapa muy satisfactoria a nivel personal y laboral.

—¿Pero añora la política?
—Si le digo la verdad, de vez en cuando. Sí es cierto que ahora que he vuelto a un instituto, es algo que cuesta y estoy en la fase de estar muy metido en volver a dar clases a jóvenes de 14 o 15 años y no añoro la política porque no tengo tiempo. En el fondo, es algo que te gusta y sigues interesado, pero le he quitado pasión y la estoy dedicando a esta otra faceta.

—¿Con qué números se encuentra ahora mismo el PSOE?
—No creo que me corresponda a mí hablar del Partido Socialista aquí. Sigo estando afiliado, formo parte del PSOE y están trabajando. Así, la maquinaria sigue y, por lo que sé, está funcionando. Soy un militante de base.

—¿Pero deberían darse más pasos a un lado?
—Dentro del partido, y en cualquier sitio, uno debe saber cuando un ciclo se acaba y hay una necesidad de dar un paso a un lado, algo que debe decidirse en función de la capacidad de uno. Sí es cierto, y creo que se hace en el PSOE y en todos los partidos, que se va incorporando una renovación. Yo he dado un paso al lado porque el tiempo ha pasado y creo que necesitaba cargar pilas o cambiar de actividad, pero creo que el partido en sí, con personas como yo, va generando un cambio. Es algo muy natural. La sociedad cambia de manera natural y los partidos también.

—También experimenta cambios en clave nacional, ¿como los está viviendo?
—Estoy de espectador. Hay cosas que me gustan más y otras menos, pero debo ser capaz de decir que tomé una decisión y dejé de incidir en este partido y debo dejar que éste vaya según quienes sí inciden en él. Pasa como en todo. Yo ahora soy miembro de un conjunto que se llama claustro de un instituto y hay cosas que no me gustan o que haría de otra forma, pero cuando cambia la dirección, cambia el sentido. Pero yo he venido a hablar de la Asociación Contra el Cáncer y posiblemente a nivel estatal no conseguiremos grandes cambios, pero a nivel local intentaremos darle otra forma de trabajar. En los partidos pasa lo mismo y a veces hay cosas que no se entienden, pero cuando lo ves a nivel estatal, es muy complicado.

—¿Qué diría para terminar?
—Debo decir que para captar dinero el próximo 16 de diciembre en el Centro Cultural de Jesús, la AECC organiza una gala benéfica con el Coro Rociero de Santa Eulària. Será una gala de villancicos muy alegre y festiva, puesto que necesitamos hacer cosas muy festivas, y animo a todos a acudir. La entrada es un donativo simbólico de 8 euros y, quien no pueda venir, tenemos una fila cero.