«Nunca presencié agresiones de él a ella, todo lo contrario, he visto agresiones de ella hacia él (...) Una vez ella le clavó un cuchillo». Mientras escuchaba estas palabras pronunciadas por su propia hija, de 20 años de edad, al acusado, sentando en el banquillo del Juzgado de lo Penal número 1, se le escaparon las lágrimas.

La denunciante, esposa durante 21 años del acusado y madre de la joven, acusa a su todavía marido de malos tratos. Su abogado reclama dos años de prisión para el hombre, uno por maltrato y otro más por coacciones. Por su parte, el representante del ministerio público reclama la absolución del acusado, ya que considera que no hay pruebas que acrediten maltrato de él hacia ella. La defensa del hombre también pide para su cliente la absolución con todos los pronunciamientos favorables.

Por contra, la denunciante asegura que se fue de la casa que compartía con el acusado, del que está en proceso de separación, porque la insultaba con palabras como «puta y guarra» y porque le pegaba. «El vecino me sacó [de la casa] porque oía que me pegaba», declaró la mujer.

El vecino, por su parte, corroboró las palabras de la denunciante. Sin embargo, el acusado y un testigo -en concreto, el novio de la hija de la pareja-, dijeron que la mujer compartía una relación sentimental con esta persona, algo que él negó. «He visto dos veces como la pegaba», manifestó el vecino. El acusado negó todo y dijo que la mujer tiene al vecino «esclavizado», que éste haría cualquier cosa que ella le pidiera y reconoció que en una ocasión llamó por teléfono a este hombre para advertirle de que, con el tiempo, podría ocurrirle lo mismo que ahora le está ocurriendo a él, es decir, ser una presunta víctima de un supuesto uso espurio de la Justicia. En este contexto, el acusado añadió que su esposa «metió en cárcel» en Mallorca a otro hombre con el que mantuvo una relación.