El éxito de Eivissa y la necesidad de un puesto de trabajo han hecho que, este año más que nunca, el precio de los alquileres de viviendas durante los meses de temporada se haya desmadrado hasta límites indignantes. En la página contigua queda clara la situación. A día de hoy lo más barato que se puede encontrar para la temporada es un piso de una habitación por 800 euros, y si es de dos, 1.200. Esto es lo más económico, por lo que es de imaginar que estas cantidades se corresponden con las rentas de las viviendas de peor calidad.

Con estos precios es seguro que alquilar un lugar agradable o sin ruido, si eso es posible en verano, está fuera del alcance de casi todos... Es decir, quien quiera y pueda trabajar la temporada no sólo tendrá que hacerlo durante doce o más horas diarias y siete días a la semana, sino que, además, una buena parte de lo que gane se lo embolsará el dueño del piso... y tal vez también el intermediario de turno.

De todos los problemas derivados del alquiler de viviendas en verano el más sangrante es el de los intermediarios, y lo es por veterano. Hace muchos años, pero muchos, que particulares españoles y extranjeros alquilan pisos y casas para realquilarlos. Quizás sea éste el único aspecto que queda completamente claro tanto en la Ley de Arrendamientos Urbanos como en la Ley Turística de Balears: es ilegal.

Resulta indignante que las instituciones, con el Consell a la cabeza, no hayan acabado con una ilegalidad tan antigua y recurrente como ésta, que se comete de forma masiva año tras año y desde hace décadas. El problema de los alquileres de temporada es muy complejo, pero las autoridades, quieran o no, les convenga o no, van a tener que remangarse y buscar soluciones, porque los agraviados se están organizando.