Los datos son los datos. Nunca engañan por más que intentemos discutir sobre ellos. Con los números en la mano, el proceso consultivo (llamémole encuesta, entre comillas, consulta o referéndum) ha suscitado el interés del 0,1 por ciento de los ibicencos. Todo un éxito de convocatoria, señoras Viviana de Sans y Gloria Santiago. Si este porcentaje lo tradujésemos en votos para unas elecciones, las dos responsables del innecesario departamento de Transparencia del Consell ya podrían pedir la reincorporación a sus antiguos trabajos. El 0,1% de los ibicencos han mostrado interés en votar en esta pantomina de consulta, pero solo el 0,03 por ciento se ha opuesto a la reforma de la carretera. En muchas cafeterías de Vila hay más gente ahora mismo que los que se oponen a la nueva carretera. No diré un Seat 600 porque sería una exageración, pero los opositores a la reforma cabrían en un microbús. Ante esta «expresión democrática sin precedentes», imagino que los políticos del Consell, los que están a favor y los que están en contra de la consulta, harán alguna reflexión. Meditarán (o convendría que lo hicieran) sobre la oportunidad de esta iniciativa, el desgaste interno que supone que una consellera (Pepa Marí) cuente las bondades y la necesidad de la reforma y otra (Viviana de Sans) diga todo lo contrario. Esta pantomina a cargo del presupuesto del Consell ha servido, y Viviana de Sans lo ha dicho en reuniones internas y en algún otro encuentro, para contentar a las bases de Podemos. Es así de claro. El problema es que esta gran «fiesta de la democracia» del 0,10 por ciento de los ibicencos se ha pagado con el dinero de todos. Se acaban los adjetivos para valorar esta iniciativa. Lo mejor de todo es que parece que se ha acabado. A ver qué nueva ocurrencia nos presentan.