Ha ganado la verdad. Sí, la verdad. Lo importante para los lectores es saber que lo que leen aquí a diario es verídico y real. Eso es algo que no es negociable. Y la verdad sobre el episodio de los uniformes se ha contado aquí desde el primer día. Cuando se publicó por primera vez que faltaban uniformes de invierno en la Policía de Sant Antoni sabíamos antes de empezar a consultar fuentes que se había dado la orden de usar el nuevo vestuario para después revocarla. Desde el departamento de Aída Alcaraz no habían hecho los deberes y, en pleno mes noviembre, faltaba ropa para los agentes. Se confirmó con varias fuentes y se publicó. Si hubiese habido algún tipo de duda sobre la veracidad de la denuncia, no se hubiera publicado ni una línea. Pero como era verdad, se publicó. Ese es nuestro manual. A partir de ahí empieza el ‘show de la comedia’ de los concejales de Sant Antoni en las redes sociales, sus burlas sobre el problema de los uniformes y también las críticas hacia este periódico; sin citarnos, por supuesto.

Valdés debe creer (ahora ya sabe que no es así) que descalificándonos íbamos a acobardarnos para no seguir informando sobre lo que pasa en Sant Antoni; no tiene ni idea de cómo trabajamos. Eso es lo que intentó la semana pasada cuando, con sus compañeros de gobierno, y sin ninguna gracia, se mofaba de la falta de ropa de policía, se habla de mariquitas y de pichillas. La historia es de sobras conocida. Por cierto, también tenemos pantallazos antiguos de Valdés en los que llamaba vagos a los policías, en los que dice que los agentes solo ponen los codos cuando van al gimnasio. O cuando dijo que a Pepita Gutiérrez, la exalcaldesa, le «sudaba el coño», que ya se encargó la propia exprimera edil de hacerlo público hace unos días.

Pero, claro, el argumento para que haya licencia para el insulto en las redes es que lo que alguien escribe en su muro de facebook es privado. Un argumento de lo más absurdo. También era privado el sms que envió Rajoy a Bárcenas y no hace falta recordar todo lo que ha ocurrido. También debía ser privado, según teoría de Valdés y sus palmeros, los tuits que escribió Guillermo Zapata sobre Irene Villa y al concejal madrileño de Podemos le vimos esta semana pasada declarando ante un juez. Con las redes sociales no se juega porque son unas plataformas donde las personas podemos retratarnos.

El problema con Valdés viene de lejos, pero ha ido a más día a día y de forma muy alocada. No le gustó hace meses, por ejemplo, que este diario publicase que Aída Alcaraz hubiese declarado que se prohibiría beber «cualquier tipo de bebida» en Sant Antoni. Aunque se colgó el audio íntegro de sus declaraciones en la web (lo podemos volver a hacer cuando quieran), éramos unos mentirosos que trabajaban en un panfleto. Insultar al medio y a sus profesionales. Esa es su estrategia. Pero es que, además, la norma del botellón está escrita de forma confusa. En lugar de hace autocrítica, la culpa era de nuestro periódico y de otros medios que tampoco interpretaron bien la norma, según la teoría de Valdés. Con Cala Salada, lo mismo. Dos periodistas de esta casa acudieron al lugar, en fechas diferentes, y contaron los problemas que pudieron ver con sus propios ojos. Escribieron exactamente lo que vieron. Era imposible añadir ni una coma porque, entre otras cosas, yo nunca he estado en Cala Salada, aunque prometo que iré. Las redes sociales, de nuevo, nos indicaron que, efectivamente, había cosas que no funcionaban en los accesos a Cala Salada, que por otro lado aplaudimos desde el primer día y pensamos que debe aplicarse en otros lugares masificados de Ibiza. Por explicar y contar las deficiencias, éramos unos esbirros que defendíamos no sé qué intereses privados. En fin, la teoría de la conspiración. Nos criticó incluso en un pleno municipal, pero sin citarnos. Y llegó el tema de los uniformes. En esta ocasión, Valdés superó una línea roja. Seguramente intentaba de nuevo atacar a nuestro medio pero con sus comentarios lo que hizo, de forma torpe, fue reírse del problema de los policías. Se comportó como un ‘hooligan’ sin ninguna gracia. Por cierto, algunos palmeros decían que el tema de los comentarios en facebook no era noticia, pero al final ha salido en todos los medios de la isla, incluso IB3 una semana después y disimulada dentro de otra pieza. Sé perfectamente cómo se ha hecho porque he trabajado en esa casa tres años. Pero afortunadamente esta profesión pone a cada uno en su sitio, incluso a los periodistas militantes.

Evidentemente, Pablo Valdés fue consciente de su metedura de pata cuando leyó los comentarios de los vecinos de Sant Antoni. Era un clamor casi unánime. En el municipio portmanyí no daban crédito a lo que leían. No se trataba de un simple ciudadano el que hablaba de las «pichillas», «mariquitas» y tal. Era, teóricamente, el primer teniente de alcalde del municipio. Daba vergüenza ajena, de verdad.

Pero lo más sorprendente es que Valdés, acorralado por las críticas de sus propios vecinos, llegó a afirmar que ha habido encuentros para acabar con él por parte de nuestro periódico, aunque tampoco sé exactamente con quién nos hemos reunido. Le puedo garantizar que no he perdido ni un segundo en reunirme con nadie y conspirar en su contra. Ni el editor de este periódico, tampoco. Por supuesto, el que habla de mentiras, de panfletos y de manipulación con tanta alegría asegura que el portavoz del PP en Sant Antoni y otros dirigentes son accionistas de este periódico. Aún esperamos que vaya al registro mercantil para demostrarlo. Porque estas cosas las pueden comentar un par de colegas desinformados tomándose unas cañas un viernes por la tarde, pero es lamentable e impresentable que lo diga un representante político de un municipio de la importancia de Sant Antoni.

El problema (y parece que en Sant Antoni no son conscientes de ello porque el alcalde o pinta poco o le va bien lo que está pasando para no tener problemas) es que todas estas polémicas tapan la gestión diaria. Estoy convencido de que Pablo Valdés se dedica en cuerpo y alma a gestionar de la mejor manera que puede su departamento en Sant Antoni. También creo que asumió el cargo con la voluntad de hacer las cosas bien, dar pasos para que Sant Antoni, al acabar la legislatura, esté mejor que cuando asumió el cargo. Yo, a diferencia de lo que hace él, no le descalificaré por su trabajo, pero sí criticaremos lo que creamos que está mal hecho en Sant Antoni. Para eso existen los medios de comunicación. Y si Valdés, Alcaraz o Cires creen que hemos mentido o nos hemos equivocado tienen dos maneras de solucionarlo: primero, redactar un comunicado de desmentido. En segundo lugar, presentar una querella por difamación. No me consta que hayan hecho ni una cosa ni otra desde el inicio de esta polémica. De hecho, la noticia de los uniformes no fue desmentida el día de su publicación. No hubo ni una llamada del Ayuntamiento para negarlo. Tampoco había muchos argumentos porque el mismo día que se publicaban los comentarios soeces de Valdés y Alcaraz salía en el BOIB el encargo de adquisición de la ropa para policías por 8.000 euros. El día antes, además, el Ayuntamiento de Sant Antoni llamó a Uniformes Riera, en Alicante, para encargar la ropa. Toda esta información que este periódico pudo conseguir desmontaba el motivo de la broma de Valdés y sus amigos. Un trabajo completo e impecable.

Por cierto, Aída Alcaraz, aún declaraba ayer en Diario de Ibiza sobre las bromas: «Era un comentario irónico sobre una noticia que entendimos que estaba escrita en unos términos que no procedía». Con la que le ha caído esta semana, la concejala de Governació mejor que se dedique a gestionar en Sant Antoni en lugar de analizar las noticias que, por otro lado, son totalmente ciertas, verídicas y escritas con rigor. Bastantes problemas tiene ya la pobre para ir de defensora del lector.

Por eso estaría bien que, ante la lección de estos días, ante el cúmulo de pruebas que este medio ha aportado con una historia que no tendría que haber acabado como ha acabado, deje de insultar y ningunear a nuestros periodistas, a nuestro medio y a mentir sobre nuestra empresa. No pido que les guste todo lo que se publica. Tampoco que nos lean todos los días. Ni siquiera que nos lean un solo día. Pero sí reclamo respeto por la verdad, por un trabajo honrado y que, a la vista de los datos de difusión y por el incremento de lectores de estos dos años y medio, estamos conectando con muchos ciudadanos de estas islas. Los ciudadanos eligieron al tripartito para gestionar un área en Sant Antoni; no para lanzar exabruptos y comentarios soeces en las redes sociales. A nosotros para informar.