Tenemos la suerte y la ayuda de celebrar todos los meses fiestas de la Virgen María, Madre de Jesús y Madre espiritual nuestra, de todos sin excepción. Y este mes tenemos la fiesta de la Virgen del Rosario. Y con ello es una oportunidad para conocer cada vez más y rezarlo mucho y bien el Santo Rosario. Por eso, en mi artículo de este mes en la hoja diocesana os hablo un poco de eso y que sea una de las prácticas que todos los cristianos, sin excepción, lo concelebremos.

De todas las devociones a la Santísima Virgen María, el rosario es la más extensamente difundida entre los fieles. Todo buen católico, amante de la Madre de Dios, debe tener una tierna devoción al rezo del rosario y obedecer la petición del cielo de rezarlo diariamente.

El santo rosario es muy importante en la vida del católico cristiano, y es una buena ayuda, pues la meditación de los misterios es elemental y rezando a la Madre de Dios es pedirle que interceda como puente por nuestra salvación.

El rosario es un rezo tradicional católico que conmemora veinte misterios de la vida de Jesucristo y de la Virgen María, recitando después de anunciar cada uno de ellos un padrenuestro, diez avemarías y un gloria al Padre. Es frecuentemente designado como Santo Rosario por los católicos; San Juan Pablo II dijo: «Por medio del rosario los fieles reciben abundantes gracias, como desde las mismas manos de la Madre del Redentor».

Si una madre repite muchas veces a su hijo una cosa es porque, en el fondo de su corazón, sabe muy bien que eso que le está diciendo es de gran importancia. A los videntes de Fátima se les apareció en seis ocasiones, y las seis les pidió que rezaran el rosario. Y allí la Virgen lo advirtió: Rezar el rosario es crear un mundo de paz y alegría. Y no se lo pidió solo a los tres, sino pidió que lo rezáramos todos por la salvación del mundo.

El rosario es una maravillosa oración que, si se reza bien y con perseverancia, nos puede conducir a las alturas de la santidad. La vocalización del Padre Nuestro y el Ave María la convierten en una meditación del misterio y de su aplicación en nuestra vida diaria. Es una oración contemplativa que nos hace penetrar los misterios de la vida de Jesús y de María. Y nos “asociamos” con ellos.

El pecado es una cosa mala. Jesús mismo dijo que el pecado era una esclavitud. Como lo demuestran muchas conversiones, el rosario aleja de los pecados. Una de las más dolorosas pérdidas de la actualidad es la ruptura de la familia, de la Iglesia doméstica. Si la familia va bien, la sociedad va bien, decía san Juan Pablo II. Él mismo pedía rezar el rosario con dos intenciones: por la paz del mundo y por la unión de las familias.

Yo siendo niño tuve la suerte y la alegría de tener muchas ayudas y formaciones de mis padres y de mis abuelos. Y una de ellas fue enseñarnos y animarnos a mí y a mis buenos hermanos a rezar el rosario. Y así, desde entonces el rezo del rosario es una acción que hacemos mucho mis hermanos y yo, cada uno donde están, y mis hermanos a sus hijos también les han enseñado a hacerlo.

Y para hacerlo hay muchos medios que nos ayudan, como por ejemplo ir a la parroquia, escuchar en casa Radio María que pronuncia varias veces al día el rosario, rezarlo con personas amigas o familiares, etc.

Que este mes, pues, nos haga ser personas que rezamos con fe, devoción y alegría el rosario y que ello, una vez bien aprendido, siga ordinariamente en nuestra vida en la tierra.