Imagen de archivo de la depuradora de Santa Eulària.

A cabado el verano y con las primeras lluvias, aparecen de nuevo los eternos problemas con las canalizaciones de pluviales y residuales en el municipio de Vila. La situación en cuestión no tiene ningún secreto pendiente de desvelar, si bien sí existe un misterio sin resolver.

El tema viene a ser el mismo de todos los inviernos, con capítulos vergonzantes durante las temporadas de verano, en forma de vertidos de aguas residuales y fecales al mismísimo puerto de Eivissa, repleto en una temporada veraniega normal de todo tipo de embarcaciones de recreo, barcos de pesca y con un intenso trafico marítimo que conecta este puerto con el de La Savina en Formentera; ofreciendo al mundo un penoso y bochornoso espectáculo en uno de los principales puertos turísticos del Mediterráneo.

No se desvela nada nuevo si se afirma que todo ello tiene relación directa con el deficiente servicio que la antigua y desfasada depuradora que da servicio al municipio sigue prestando a día de hoy.

Demasiados años se emplearon en localizar un solar que pudiera albergar la nueva depuradora, infraestructura que a día de hoy no solo resulta necesaria, sino que ha pasado a ser un caso de emergencia insular. Finalmente, superados todo tipo de obstáculos, además de innumerables debates y discusiones sobre cual debía ser la ubicación de la nueva EDAR, se decidió ubicarla en la zona de sa Coma y, en 2016, el Ministerio de Medio Ambiente adjudicó la redacción del proyecto y ejecución de las obras a una UTE formada por las empresas SADYT y SACYR SAU, con un plazo de ejecución de la nueva infraestructura de 33 meses.

Estamos en el último trimestre de 2021 y la nueva estación sigue sin poder ser utilizada a pesar de que la obra civil de la depuradora en sí parece que está prácticamente finalizada. Lo cierto es que a finales de 2019 las obras quedaron paralizadas, agravando con ello el retraso que la ejecución ya acumulaba. El parón en la obra no se produjo por un imponderable no previsible, ya que se debió al rechazo por parte del Gobierno del trazado que el proyecto original contemplaba para las tuberías que debían conectar la nueva infraestructura con la actual depuradora.

Más de tres años desde la adjudicación del proyecto tuvieron que pasar para que alguien decidiera que el trazado original no era aceptable, por lo que no parece el mejor ejemplo de eficacia en el seguimiento y ejecución de la obra en cuestión y es aquí donde radica el misterio al que antes hacía referencia. Por supuesto, y para que la situación fuera todavía más increíble, todo ello supuso la puesta en marcha de todo un nuevo proceso de expropiación de terrenos; labor que podría haberse adelantado si quien debía hubiese revisado convenientemente y en su momento el proyecto que se inició. Todo un ejemplo sin duda de lo que no cabría esperar en lo que a la gestión de la administración competente se refiere.

A mediados del presente año se anunció una nueva fecha para la entrada en funcionamiento de la nueva EDAR. Podría estar lista en el segundo trimestre de 2023. Puede que para algunos se trate de un feliz anuncio, si bien en realidad no es más que la confirmación de un retraso inaceptable en la puesta en servicio de una instalación que debía ser extremadamente urgente.

A nadie deberían extrañar por tanto las protestas vecinales de todos aquellos que a día de hoy siguen sufriendo las consecuencias de que un núcleo turístico como el nuestro y parte de lo que es Patrimonio de la Humanidad deba seguir funcionando con una estación depuradora del siglo pasado. Vistas las consecuencias de que la gestión integral del agua en Eivissa se realice desde Palma, cada vez resulta más necesario que los políticos ibicencos de todos los partidos con representación en nuestras instituciones se pongan a trabajar seriamente en reclamar al Govern balear el correspondiente traspaso de la citada gestión al ejecutivo insular.

A riesgo de resultar pesado, no puedo dejar de recordar que los principales partidos que participan en las diversas campañas electorales llevan en sus programas la necesidad de que ese traspaso de competencia sea una realidad. Hay que dejar de mentir y hacer que la promesa de todos acabe cumpliéndose, mal que le pese a Palma.