Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León. | Europa Press

Una vez conocido el escrutinio de las pasadas elecciones en Castilla y León, el resultado arroja un autentico galimatías que sólo permite vislumbrar una posibilidad de pacto, que es la del PP con Vox. Si se parte de la simple suma de los procuradores autonómicos obtenidos por todos los partidos, esa es la única opción para llegar a la cantidad requerida y que otorgaría una mayoría absoluta para gobernar.

Pero la situación va mucho más allá de una simple suma de diputados autonómicos. Optar por semejante pacto supondría la entrada de facto de la extrema derecha española en el gobierno de una comunidad autónoma, algo que debería rechazarse de plano y que debería obligar a todos los partidos democráticos a buscar una alternativa, por rocambolesca que la misma pudiera parecer.

El constante aumento de la relevancia de Vox en el panorama político español, debería hacer reflexionar al resto de los partidos sin excepción. Nuestro país, que hasta hace unos años era de los poquitos en Europa donde parecía que la extrema derecha no encontraba acomodo, ha dejado de ser una excepción dentro del escenario político y ya podemos constatar el avance de la peligrosa extrema derecha.

Este avance, elección tras elección, debe ponernos en guardia a todos y aceptar que no se trata de una simple anécdota, asumiendo los evidentes peligros que ello conlleva y entender que hay que tomar decisiones drásticas en torno a tal circunstancia. Nuestro país no puede ser diferente al de la mayoría de los que integran la Unión Europea y en ningún caso podemos, ni debemos, pretender parecernos a Hungría o Polonia. El ejemplo a seguir ha de ser el de aquellos países donde se pone cerco a los partidos de ideario fascistoide, impidiendo su acceso a puestos de responsabilidad política.

Hay que dejar de lado todo tipo de miramientos y sí o sí hay que activar de una vez por todas un cordón sanitario en torno a Vox. No puede existir ningún argumento que pueda dar validez a pactar con quienes presumen en su ideario político de proclamas homófobas, machistas, xenófobas y que en ningún caso creen en los conceptos básicos de una democracia moderna.

Resulta ahora mismo francamente ridículo que la llave del gobierno de una comunidad autónoma la pueda tener un partido que pretende precisamente la supresión del Estado de las Autonomías y, con ello, la recentralización de la toma de todas las decisiones desde el gobierno de Madrid, eliminando con ello la política de descentralización.

Para poder activar un cinturón sanitario en torno a la extrema derecha es necesaria la participación de todos y cada uno de los partidos del escenario político español. No caben medias tintas, ni juego sucio subterráneo; debe imponerse la cordura y ninguna fuerza política puede servir para darle aire al regreso del fascismo en nuestro país. La derecha democrática debe tomar consciencia de que no puede seguir siendo la muleta que permita que Vox siga avanzando con rapidez.

Los dirigentes del PP deben ir mucho más allá de lo que de boquilla han propuesto en los días posteriores a la jornada electoral en Castilla y León, ya que no basta la afirmación de que no están dispuestos a pactar un ejecutivo con Vox. Tampoco debe valer ya la opción utilizada hasta la fecha de pactar un apoyo externo de la extrema derecha. Hay que romper todos los lazos de unión con aquellos que buscan volver a los oscuros tiempos de la nefasta dictadura.

Por encima de idearios de partidos o de programas electorales debe imponerse de una vez por todas la defensa de los principios básicos de la democracia, ya que cualquier otra opción solo puede suponer darle alas a la extrema derecha. Por ello, no pactar con ellos en Castilla y León no puede ser lo único que se haga en la defensa de esos principios; hay que romper definitivamente con Vox en todas las instituciones en las que la derecha gobierna con su apoyo.

Tal vez sea el momento de ir aprendiendo de aquellos países donde las derechas y las izquierdas, con tal de impedir el avance de la extrema derecha, son capaces incluso de pactar gobiernos mixtos temporales. Sólo con decisión y valentía se podrá combatir la intolerancia.