Panorámica de la Sala de las Cariátides del Parlament durante un pleno de la Cámara en una imagen de archivo. | Jaume Morey

Largo y tendido se podría estar hablando o escribiendo sobre la rentabilidad de determinados pactos o acuerdos y, sin ir más lejos, vale la pena centrarnos hoy en analizar con cierta atención el que se firmó en Formentera para la elección de un diputado al Parlament Balear, allá por 2019. Alcanzaron un acuerdo tres partidos GxF, PSOE y EU, que acabaron repartiéndose el tiempo que cada uno ocuparía como diputado autonómico en la legislatura que está a punto de acabar. El citado reparto consistía en dos años para GxF, 18 meses para el PSOE y seis meses para EU.

Pero claro, no resulta lo mismo hacer el reparto en meses sobre un calendario y atendiendo al tiempo que transcurre entre unas elecciones y las siguientes que si se hubiera decidido hacerlo atendiendo al número de meses efectivos de trabajo en la Cámara Autonómica. El resultado tal como se acordó ha hecho que quien debía ocupar los últimos seis meses el cargo en cuestión apenas ha tenido tiempo de asumir cuál debía ser su función ya que en dos meses poco se le puede reclamar en cuanto al resultado de sus propuestas.

Esta semana ha tenido lugar el último pleno de la presente legislatura en el Parlament y, sinceramente, ha sido un pleno totalmente prescindible. Sin embargo, vale la pena resaltar la reclamación de un senador para la isla de Formentera, realizada por la diputada autonómica por dicha isla. Cabe recordar que fue en octubre de 2018 cuando se aprobó por unanimidad en la Cámara Balear una proposición de ley en la que se reclamaba que Formentera pudiera elegir un senador propio, desligándose así de tener que compartirlo con el elegido por la isla de Ibiza. Dicha proposición fue remitida al Congreso de los Diputados en Madrid y casi cinco años después allí duerme el sueño de los justos olvidada en algún cajón.

Supongo que la diputada autonómica era plenamente conocedora de que su propuesta no pasaba de ser un brindis al sol ya que si desde 2018 nadie de los que pueden trabajar en base a lograr en algún momento ese ansiado senador ha movido ficha difícilmente se pondrán a trabajar en ello a pocos meses de una nueva convocatoria de elecciones generales.

Pero a pesar de tratarse de una petición estéril hay que reconocer que tiene su miga y pone algunas cosas en evidencia. En primer lugar, nadie puede tener la más mínima duda de que se trata de una reivindicación rotundamente justa, ya que es Formentera a día de hoy la única isla del Estado Español con un Consell Insular y sin representación propia en la Cámara Territorial en Madrid.

En segundo lugar, atendiendo a las explicaciones ofrecidas por la propia presidenta del Govern, queda clara la nula capacidad de influir en las decisiones que se deben tomar en Madrid por parte de los representantes en nuestras islas de todos los partidos que podrían sacar adelante una propuesta como la mencionada. Y quiero que quede muy claro que no quiero hacer distinción alguna entre los partidos que gobiernan y los que están en la oposición ya que partiendo de la unanimidad expresada aquí en Madrid deberían todos los partidos mostrar mucho mayor interés que el demostrado hasta la fecha.

Que para poder hacer efectiva la justa reclamación de Formentera sea preciso modificar la Constitución Española no puede en ningún caso servir como argumento para que Formentera pueda alcanzar su objetivo. No podemos, ni debemos olvidar, que si por parte de los partidos con representación en el Congreso de los Diputados, que resultan ser los mismos que han aprobado la proposición en nuestras islas, hubiera un interés real en acceder a la reclamación de Formentera la Constitución podría modificarse en un breve espacio de tiempo, sin que ello supusiera ningún tipo de quebranto para la política de nuestro país. La reforma del artículo 135, que tuvo lugar en 2011, es el ejemplo más claro de que se puede hacer.

Que desde Baleares los partidos políticos con representación en nuestra Comunidad Autónoma y en Madrid no sean capaces de hacer ver a sus compañeros de partido en la capital del Estado que cada legislatura que pasa es mayor la injusticia a la que se ve sometida la pitiusa menor pone en evidencia a todos los políticos en Madrid y, en especial, a todos y cada uno de los representantes elegidos con nuestros votos, para trabajar en defensa de los intereses de todos aquellos que les hemos votado.

La reivindicación es antigua ya que en 2004, y cuando en Formentera no había más que un Ayuntamiento, ya se manifestó la necesidad de poder elegir un representante insular en el Senado. La injusticia crece año tras año ya que en estos momentos ya hay alguna isla con menor población que Formentera y pueden elegir su propio senador.

Ya sabemos que a las puertas de unas elecciones todo son promesas. Ahora bien, ya va siendo hora de que esta reivindicación se tenga en cuenta y pueda aprobarse.