Salve, Estrella de los Mares! Madre amantísima, bálsamo y consuelo de corazones heridos. Eterno encanto y compasión, que danza a nuestro lado en la pasión de la vida en que navegamos.
Un rey pirata de la antigua Roma decía: «La vida no es importante; navegar sí». Tales palabras tenían el objetivo de subir a sus tropas a las naves, desafiar a la tormenta y seguir jugando a la guerra en el imperio forjado por los mamones más famosos de la Historia. Pero algo hay de poético, algo muy atávico que enlaza con los armoniosos griegos, quienes se preguntaban, cuando alguien moría, si había vivido con pasión. En caso afirmativo, el sueño de la vida había sido precioso.
Sé que la aventura sigue más allá del velo de Tanit. Tengo la fortuna de tener fe, esa maravillosa cualidad que temen los bolas tristes existencialistas. Y así la navegación vital se hace más gozosa y la bendita esperanza permite que uno se vaya a pique cantando.
Los que viven con pasión despliegan una personalidad fabulosa y yo los admiro. Cada uno entona el Carpe Diem a su manera, pero siempre es cuestión de vibrar con la fuerza de la vida. Honor, bondad, alegría, corazón romántico y cabeza clásica, son cualidades que otorgan belleza a nuestra personal navegación. Siempre se vive mejor y más libre cuando se vive poéticamente, ajenos a la hora de nuestro adiós (A Dios), pues solo los cíclopes conocen al nacer la fecha de su muerte.
Y la aventura continúa en ambas orillas. Amor omnia vinci, el Amor todo lo vence.