Las repugnantes declaraciones del delegado del Gobierno sanchista en Madrid no son un resbalón más de un equipo tan incompetente como nefasto, son la continuación de un programa podrido que se inició con los pactos del insomnio. Hace tiempo que su camuflaje se perdió entre tanta mentira y ya van desnudos en toda su putrefacción. Alaban abiertamente a terroristas, se empecinan en soltar a violadores y pederastas, menguan pícaramente la malversación, traicionan todo sentido de Estado y promueven alta tensión.

Las pasadas elecciones fueron un auténtico plebiscito. ¿Que tenían que haberlas unificado con las generales para poder dar la patada al chulo monclovita? Por supuesto, pero eso sería esperar demasiado del responsable de un estado de Alarma declarado inconstitucional, cuyo comité de sabios era una ficción, con sus apariciones televisivas (y sin preguntas, claro está) en un ¡Aló Presidente! a las que solo faltaba el chándal. Tiene que seguir mostrando su jeta hipócrita (¡qué destellos de odio psicópata salen de su mirada de yonqui del poder!) y jugar a las elecciones en la canícula de julio, mes clásico de canto de sirenas y periodo vacacional de un pueblo que necesita olvidarse algo de la emputecida política para recobrar la salud mental.

Delenda est PSOE? El socialismo autonómico pagó por la monstruosa deriva de su líder nacional. La clamorosa falta de autocrítica en una mafia poderosa que aplaudía al líder es síntoma de apestosa partitocracia. Es peligroso y traidor que antes vaya el partido que España.
La nueva ingeniería social (perversas estupideces repetidas ad nauseam) no ha conseguido anular la inteligencia del pueblo español. El cambio político es vital.