Las injusticias existentes en el mundo, en pleno siglo XXI nos dicen que miles y miles de personas pasan hambre y mueren de hambre. Mientras unos derrochan sus bienes, otros carecen de lo estrictamente necesario. Unos lo tienen todo, otros no tienen nada. No se reconoce al obrero ni al hijo del obrero.
El Obrero que hizo el mundo, es el Creador de todo lo visible y lo invisible. Muchos prescinden de Dios, y viven como si Dios no existiera- ateos prácticos-. Muchos pasan delante del Obrero y ni siquiera lo saludan. Al Obrero lo encontramos en el Sagrario. Al Divino Obrero lo encontramos en el Señor Jesús.
Las personas de buena voluntad, las que obran con rectitud, saben por la fe que Jesucristo que el Señor ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Dios no juzga por apariencias y cada uno recibirá el premio o el castigo que merezca. Dios nos ha hecho libres y por tanto, responsables de nuestros actos.
Dios quiere la salvación eterna para cada persona, por lo cual nos da la ayuda que necesitamos. Hemos de colaborar para alcanzar el premio del Cielo y también hemos de trabajar y orar para que todos se salven. ¿Qué debo hacer para salvarme? «Preguntó uno de los oyentes a Jesucristo: Si quieres alcanzar la vida eterna cumple los mandamientos», respondió Jesús. Los diez mandamientos deben ser observados por todas las personas del mundo. La Ley de Dios está por encima de las leyes humanas. Debemos cumplir las leyes civiles, mientras no se opongan a la Ley de Dios. Las leyes que atentan contra la vida humana no pueden ni deben ser aceptadas. El quinto mandamiento dice:» No matarás». La guerra, y todas las guerras siempre son y serán la causa de sufrimientos, de destrucción y muerte. Son también contra este quinto mandamiento, el suicidio, él homicidio, el aborto y la eutanasia. Dios que es infinitamente misericordioso, perdona todos los pecados, si el pecador está verdaderamente arrepentido. Dios Padre nos libre de morir en pecado mortal. Nos libre, por tanto, de vivir en pecado para poder morir en gracia de Dios, en el amor de Dios. Sí los cristianos nos mantenemos callados respecto a la Ley Divina, los que no hacen caso a los Divinos Mandamientos, pensarán que han ganado terreno, han vivido como los que no creen en Dios y viven sin esperanza. Es muy peligroso vivir de espaldas a Dios.
San Pablo en su Carta a los Gálatas (5,19-22) afirma que las obras malas son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, discordia, envidia, ambiciones, cólera, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, orgías y cosas por el estilo. «Os prevengo de que quienes hacen estas cosas no heredarán el reino de Dios»..
Nos llena de esperanza, consuelo y alegría a los creyentes lo que nos dice la primera carta de San Pedro (I,7-9); San Pedro afirma «la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y sin contemplarlo todavía creéis en Él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas».
¡Demos gracias al Señor y pongamos en práctica la fe, la esperanza y la caridad!
¡Adoremos al Señor eternamente!