Para desgracia de los ibicencos en general y de los votantes socialistas en particular, la oposición que está llevando a cabo el PSOE en el Consell es nula. La extitular del departamento de corte y confección, Marta Díaz, acusó a Vicent Marí de convertir el Consell en un “chiringuito” para colocar a amigos, un argumento que cae por su propio peso, dado que cinco de los ocho directores insulares nombrados por el PP son independientes y provienen de los sectores profesionales para los que ahora trabajan desde la Administración insular. El verdadero chiringuito lo ha montado su compañera Francina Armengol con el aumento de un 40% de los asesores colocados a dedo. La crítica también llama la atención después de que supiéramos que Díaz intentó cobrar dos salarios ilegalmente como consellera y como asesora del grupo socialista en el Parlament. Otra acusación infundada refiere a la creación de una dirección insular de relaciones institucionales sin que el Consell tenga competencias en la materia. Habrá que preguntarle a la socialista por qué ostentó entonces la conselleria de relaciones institucionales durante los últimos cuatro años, amén de que creara consellerias sin competencias (vivienda) o coordinaciones con un balance de actuaciones igual a cero (movilidad y transparencia). Dice mucho del nivel de la oposición que en tres meses de gobierno la única rueda de prensa que hagan los socialistas sea para criticar que la Junta de Portavoces les requiriera, al amparo del artículo 100.2 del Reglamento Orgánico del Consell, que transformaran una interpelación en pregunta. Su incomodidad en la oposición es pública y notoria, pero deben asumir que los ibicencos les colocamos allí después de cuatro años de parálisis y negligencia.